Añadiendo estos elementos reciclados a la vivienda de los años 60, se ha ganado el espacio que necesita una familia con tres hijos.
Influenciado por el arte contemporáneo de la ciudad Suiza de Basilea y las zonas portuarias, Balthasar Wyss optó por dar una estética industrial a la renovación de su vivienda su vivienda ubicada en un terreno arbolado en Mercer Island (Washington). «Nuestros clientes, una familia de cinco miembros, nos contactaron pidiéndonos que diseñáramos algo atrevido, inusual y aventurero. Además, necesitaban más espacio para sus niños, en crecimiento y revoltosos, así como da un aire nuevo a su casa de los los años 60 y traerla al siglo XXI», cuenta el arquitecto Paul Michael Davis, artífice del proyecto. «Les encantó la idea de reutilizar los contenedores de envío», apunta.

La renovación de la vivienda mantiene códigos estéticos propios del siglo XXI, pero solo se perciben en el interior y en el patio trasero. La fachada principal de la casa sigue manteniendo la estética propia del resto de edificios del barrio norteamericano donde se encuentra.

La puerta de entrada a esta vivienda familiar se ha pintado de color naranja brillante, una referencia al característico tono del acero cortén de los contenedores de envío.

Con la nueva obra se busca realzar la belleza del estilo industrial refinado por el que se ha apostado en el interior. Dan fe de ello los pasillos que comunican la ampliación con los contenedores y la casa antigua.

En la zona multiusos de la casa no hay sofás, sino unos grandes pufs en los que relajarse y ver la televisión. Aquí predomina una selección de materiales sencillas: granito, cemento en el suelo, paredes de yeso y toques de madera clara y natural agregan calidez y textura. Los contenedores de envío son suficientes para generar una estética similar a la de una galería de arte.

El comedor, la cocina, el despacho y la sala de estar de la vivienda de la familia Wyss funcionan como el corazón del hogar.

Pequeño baño ubicado en el contenedor de envío. Las paredes interiores se han pintado de blanco para contrastar con el gris de baldosas y suelo y configurar una estética elegante y minimalista.

A través de una puerta corredera se accede al comedor, que se ha ampliado para crear un espacio de reunión común para la familia.

La vivienda tiene dos entradas: una por la puerta de entrada naranja que conduce al espacio común, y otra por el garaje que se abre directamente al contenedor de envío en el que hay un pequeño baño, una lavandería y espacio para que la familia deje sus mochilas y se quite los zapatos.

En el jardín de la parte trasera la vida gira en torno a una barbacoa. En la fachada no se ha ocultado la estética del container.